«Falcó» de Arturo Pérez-Reverte

portadadefalco

     Falcó es un texto seco, duro, frío y sórdido, escrito sobre el aguafuerte de una España que se consume por el odio letal entre rojos y fascistas. Una novela de espías que arranca, crece y muere con el mismo barro seco, duro, frío y sórdido que le sirve a Arturo Pérez-Reverte para amasar el perfil de un nuevo personaje, Lorenzo Falcó. 

     Con el catalejo bien calibrado para la captación de escenarios bélicos y su trazo certero de siempre, el cartaginés está en su salsa y se nota. Disfruta con la descripción de episodios y ambientes que huelen a pólvora. Este modo de emprender lo literario desde el frente de guerra, esa fascinación por crear personajes armados, espías sin escrúpulos, y mujeres de carácter fuerte, son seña de identidad del Pérez-Reverte de otras novelas. En ésta, se sirve de algunos episodios o personajes que labraron la historia de nuestro país (José Antonio Primo de Rivera preso en la cárcel de Alicante, el general Moscardó, etc.) como material narrativo y, a partir de ellos, urde una trama que bascula entre cuatro puntos cardinales: el poder, la violencia, la traición y la pasión.

     La he leído abandonándome al tono combativo de sus páginas, con afán de encontrar ese vínculo invisible con el que suelo quedar enganchada a la lectura. Sin embargo, he de confesar que, por más que lo he intentado, Falcó no ha conseguido robar mi atención hasta el punto de quedar absorta. Tal vez, porque el mayor logro de la novela, más que la trama —a la que le falta algo de fuelle—, es la creación de un personaje. Lorenzo Falcó es un tipo muy novelesco. En la solapa de su gabardina exhibe todos los galones que visten a un perfecto canalla y, en el ala de su sombrero, el que más brilla de todos: estar satisfecho con sus acciones.

     Su perfil es el de un golfo seductor, un hampón elegante. Un tipo completamente amoral con aspecto de chulo de putas. Lorenzo Falcó es un hombre del momento, con treinta y siete años y una densa biografía a sus espaldas. Un lobo en la sombra, ávido y peligroso, que decide sumarse al bando nacional, pero no es militar, sino todo lo contrario. Un ser sin escrúpulos, sin códigos, sin lealtades. A Falcó le gusta la ropa cara, los cigarrillos ingleses, los objetos de plata y de cuero, los analgésicos para el dolor de cabeza, la vida incierta y las mujeres hermosas. Y por dentro, frío como un témpano desprendido de un glaciar en invierno. Ése es el personaje.

     La novela respira historia. La suya es la de un contrabandista de tomo y lomo. No sé por qué el autor se empeña en afirmar que no es una novela sobre la Guerra Civil cuando de hecho, si eliminas la guerra, te quedas sin novela. La guerra es el aposento argumental. Todo transcurre en y para librar una guerra.

     Está narrada en tercera persona y el autor se posiciona como narrador omnisciente. Pérez-Reverte es un escritor brillante, qué digo, muy brillante, y como nos tiene acostumbrados, la novela está muy bien documentada. Hasta ahí, impecable. Sin embargo, a la trama le falta algo de tiro (perdón, no he querido ser bélica en la expresión). Siendo una novela de aventuras (de espías, pero de aventuras —ha dicho el autor—) le cuesta arrancar. Leídas las primeras páginas, una conoce bien a Falcó, pero no sabe por qué está ahí. Debe llevar a cabo una misión, pero ésta no se desvela hasta la página 49. En esto, el lector avezado sospecha que la novela era de mayor extensión y se ha troceado. Esta primera mutilación del corpus original se vende como la primera entrega de una serie. Tal vez esto explique la falta de fuelle y también que el clímax se alcance al final pero no se resuelva del todo.

     Aparte de la creación del personaje, el mejor logro de la novela es la equidad en el trazo con el que Pérez-Reverte dibuja al ser humano. Su visión realista. En una guerra, todos somos iguales. Defender a un bando o al contrario no nos hace diferentes. Todos somos igual de malvados, igual de miserables, igual de inhumanos.

     A medida que el libro avanza, los episodios rezuman mayor crudeza y las páginas se impregnan de un olor espeso, similar al que dicen los astronautas que tiene la luna, un olor a pólvora. El lenguaje es más bajo, más sucio y las letras parecen exudar el hedor de una batalla. La atmósfera se tiñe de un rojo ennegrecido, de alientos etílicos, de cartuchos envueltos en telas enceradas, de gatillos listos para el disparo, de ese silencio sordo que anuncia la detonación de un metal. Y ahí está todo. La bondad no asoma por ningún lado. Los rojos se diferencian de los nacionales por su caos, frente a la disciplina, pero los hombres que luchan en uno y otro frente parecen todos de cartón. Vale, sí, hay amor. O mejor, hay sexo, pero es un sexo vestido de crudeza. Muy patético.

     Sobra decir que esta primera aventura, este duelo a florete desafiante que sostiene este mercenario de sí mismo con el resto de personajes, entusiasmará a los lectores más dilectos de Arturo Pérez-Reverte. A los que buscan al escritor de letra fría, al escritor pulcro, al escritor afilado, al que ofrece un producto acabado. Para mí, estas letras que guardan el rigor académico hasta el último punto, estos diálogos embutidos de odios y ajustes de cuentas, se me antojan poco atractivos porque lucen el uniforme de la formalidad más canónica, pero no poseen ni una pizca de la tibieza del ser humano que hay debajo.

     En definitiva, la novela está, formalmente, muy bien escrita, pero le falta humanidad. Le falta temperatura. Falcó tiene una forma de mirar el mundo —las mujeres, la vida en general— excesivamente descarnada. Disecciona las cosas extrayendo lo peor de cada una de ellas. Tal vez, la historia que cuenta, en la que todos van enseñando el colmillo, no pueda sazonarse con esta virtud, con estas décimas de temperatura humana, pero sí la forma de contarla.

     Buenos días y buenas lecturas.

arturo.jpg

4 comentarios en “«Falcó» de Arturo Pérez-Reverte

  1. Hola amiga:
    Agradezco enormemente tu sinceridad, en esta ocasión se siente tu falta de entusiasmo con esta lectura. SI me lo permites, y a pesar de que no lo he leído aún y solo he leído las reseñas de otros compañeros, creo que tú eres una mujer más profunda que lo que te pueda aportar una novela de este estilo, espionaje, tú eres más del alma.
    Abrazo gordo.

    Le gusta a 1 persona

  2. Aunque no coincido con todo lo que dices, me parece una reseña magnífica. Lo pasé mucho mejor que tú leyendo la novela. En mi ingenuidad espero que esto no sea el principio de una saga; algo que le garantizaría los garbanzos a Pérez -Reverte (muy justamente ganados por cierto). Igual que el genial personaje del detective de La tabla de Flandes quedó encerrado entre sus páginas, me gustaría que las aventuras de Falcó no pasaran de este volumen.

    Repito, me encanta la reseña. En un duelo de dureza entre Falcó, Pérez-Reverte y Carlota me inclinaría por la última, jajaja

    Un saludo

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario