Entrevista con Paula Izquierdo, ganadora del «X Premio Logroño de Novela»

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Fecha: 1 de junio de 2017

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     Recibo a Paula Izquierdo y me siento acogida por una mujer de mirada intelectual y alma de artista. Mientras nos sirven unos refrescos, me confiesa que ha sido bailarina profesional, doctora en Psicología, psicóloga, consultora de empresa y profesora titular de la Escuela Contemporánea de Humanidades. Es narradora, ensayista y traductora. Ante todo, se siente escritora. Actualmente es coordinadora en la Asociación Colegial de Escritores (ACE) y vive volcada por completo en la literatura.

     Enhorabuena por el premio y enhorabuena por tu novela “El callejón de los silencios”. Has puesto un título muy sugerente, ¿en qué momento crees que el silencio es el callejón en el que debe permanecer un escritor?

     Un escritor debe hacerse oír. Tiene tanta soberbia como para decir que lo que ha escrito tiene que ser leído. Su trabajo consiste, precisamente en hacerse ver. Otra cosa son esos momentos, en la creación de una novela, en los que el autor debe abandonarse al silencio, pero este silencio forma parte también del proceso creativo.

     ¿Cómo es el proceso creativo de Paula Izquierdo?

     Muy sui generis. Mi proceso creativo es el tiempo en el que me dedico a escribir qué aspecto de la condición humana me preocupa o qué rescoldo de la historia me llama la atención lo suficiente como para interrogarme sobre él, apoyarme en él, y empezar a escribir. Eso podría definirse con una sola palabra, que podría ser tradición, y después busco la frase. A partir de la frase se inicia un largo proceso que consiste en ir pergeñando los personajes, decidir la época en la que va a tener lugar la acción, quién va contar la historia, desde qué punto de vista va a ser contada Todo esto.

     En tu caso, el proceso creativo está cerrado cuando empiezas a escribir. ¿Te ha sucedido, en alguna ocasión que los personajes, una vez creados, sientas que se te escapan de la historia?

     No, a mí no se me escapa nada. Mis finales están cerrados siempre en el momento en el que empiezo a escribir. Sé perfectamente qué va a ocurrir. Escribir es una tarea que exige disciplina. Tampoco creo en las musas que vengan y ayuden.

     Hay dos formas de escribir. La primera es abandonarte y que la novela te lleve por donde los personajes quieran y la segunda consiste en seguir un método. Esto segundo es lo que yo elijo en mis novelas. En mi andadura literaria de veinte años llevo trece libros publicados (seis novelas, tres ensayos, un libro de relatos y tres traducciones) y, además, soy profesora de creación literaria. Sé perfectamente los pasos que hay que dar en el proceso creativo y el tiempo que me va a durar, que suele ser un año. Trazo un mapa de la novela y sé perfectamente dónde estoy en cada momento y dónde quiero llegar. A diferencia de un relato corto, la novela te permite desplazarte con cierta holgura, pero si los personajes están bien definidos desde el principio, nunca puedes desviarte del final que has trazado para ellos.

     ¿Qué has querido transmitir en esta novela con tus personajes?

     He perseguido dos cosas. Por un lado, fomentar la reflexión sobre lo decisivo que ha sido el papel de la mujer a lo largo de la historia y para ello me he servido del personaje de Mirna. Y en segundo lugar, he querido dejar constancia de hasta qué punto somos el resultado de lo que leemos en cada momento.

     Cada capítulo lleva por título el nombre de una patología. ¿Cuál es la clave para entender este guiño?

     No hay clave. Es un recurso que utilizo con el único fin de que el lector se sumerja de lleno en esa atmósfera de patología que pulula en la novela —los tres personajes son psicólogos— y que no es muy distinta de la que tenemos en nuestra sociedad. Ciertamente, vivimos en un ambiente cargado de patologías. Cualquiera puede llegar a ser un agorafóbico o tener un ataque psicótico, por ejemplo. La intención es ésa. Contagiar al lector de este aroma desde la primera línea. La novela respira patología en todas sus páginas. También, en los títulos de los capítulos.

     Tu prosa es muy limpia y muy clara…

     Sí, de eso se trata. He buscado que el lector entienda bien lo que ocurre.

     Y dime, Paula, ¿cuál es ese callejón que conoce tu silencio, el lugar donde te gusta recluirte para escribir?

     Si te fijas en la portada sabrías cuál es ese lugar en donde me gusta recluirme. En mi cama. En mi habitación. Como la chica de la portada…

     Háblame del silencio. ¿Qué es el silencio para una escritora?

     El silencio es el momento de la creación, cuando esas ideas que darán forma a la novela andan bullendo en tu cabeza. Es imposible privar a un escritor de ese silencio porque en él se fragua el proceso creativo, que es la antesala de la escritura, claro.

     En una historia ¿el silencio puede ser más elocuente que los personajes?

     En una novela es muy importante que haya cosas que no se digan, que se intuyan. Y que sea el lector el que cree, o imagine, o discurra…

     Y ahora vayamos con la historia. Tu novela narra una historia de amor hilvanada de misterios y secretos que se pegan a las costuras de las vidas de los personajes, ¿qué misterio te seduce más como lectora y qué secreto guardas con mayor celo como escritora?

     Como lectora busco que me sorprendan, tanto en la forma como en el fondo. Son ambos imprescindibles y deben ir juntos si se habla de creación. Y no digamos ya, si se habla de obra de arte.

     El secreto que guardo con mayor celo como escritora es lo que estoy pensando que voy a contar en la próxima novela. Ahora mismo, estoy pensando en un ensayo que llevará por título “Las heridas de la escritura”. En él hablo de algunos escritores que tuvieron algo de enfermos mentales, otra vez… Edgar Allan Poe, Virginia Woolf, Heminway, entre otros.

     Y ¿por qué has escogido la tercera persona para contarnos la historia?

     Para que entre los personajes no hubiese uno que supiese más que otro de la historia. Desde un narrador omnisciente lo que se cuenta resulta mucho más fiable para el lector y el hecho de saber más que los personajes le otorga poder y aquí esto es muy importante. He querido que el lector tuviera poder sobre la historia, que él fuese quien mejor supiera lo que ocurre.

     A Mirna, la protagonista, la describes como una mujer atractiva, interesada por la Psicología, y en eso tú podrías ser tu personaje. ¿Crees que en literatura el autor debe huir de los personajes que crea?

     Creo que la literatura es construir personajes. En mi caso, me olvido de mí misma y de mis circunstancias a la hora de crear personajes. Tampoco tengo nada que ver con las cosas que ellos hacen mis novelas.

     Mirna también es una mujer construida de miedos y de fugas. ¿De qué rasgo de Mirna no has podido fugarte?

     Del miedo. Del miedo es difícil escapar.

     Paula y ese miedo, ¿es un miedo al papel en blanco?

     En absoluto, jamás. El miedo al papel en blanco en un escritor es un absurdo. Si existe, no hay escritor, porque no hay nada que contar.

     Entonces, ¿cuál es el principal miedo de Paula Izquierdo?

     Tengo miedo, en mi vida, al día siguiente. En la escritura no tengo miedo a nada.

     En tu novela, la protagonista piensa: “Somos el resultado de todos aquellos que pasan cerca de nuestra vida”. ¿Qué autores pasaron cerca de Paula Izquierdo lectora para llegar a ser Paula Izquierdo escritora?

     Hay muchas mujeres escritoras que me marcaron desde bien joven, desde la brasileña Clarice Lispector hasta Carson McCullers. Me ha marcado muchísimo la literatura centroeuropea, la inglesa y la norteamericana. Así que Joyce, Faulkner, y mucho más adelante algunos escritores españoles como el catalán Javier García Sánchez, o Alejandro Gándara, y por supuesto, Enrique Vila-Matas. Me interesa mucho Vila-Matas.

     ¿Crees que aún hay muchas Mirnas en la sociedad de hoy en día?

     No, y cada vez menos. Las mujeres, hoy en día, son cada vez más autónomas y no se crean estas dependencias tan brutales como la que se crea la protagonista de esta novela con el profesor.

     Recomiéndanos un libro que se mantuvo en silencio, pero a ti te gustó

     Cualquiera de Clarice Lispector merece la pena, pero voy a recomendarte su obra “La hora de la estrella”, muy interesante por el diálogo que mantiene la autora con el narrador de la historia.

     Y un libro que te hubiese gustado escribir

     El que voy a escribir a continuación. Podría decirte que cualquiera de Juan Rulfo, pero hubiera sido imposible porque mi cultura es distinta a la suya, hemos vivido en épocas distintas y en mundos distintos. “Pedro Páramo” o “El llano en llamas” son excelentes libros pero su autoría no se la podemos quitar a quien la escribió. Puestas a soñar, también me hubiese gustado escribir “El retrato de un artista adolescente” de James Joyce.

     ¿Has llegado a ser la escritora que soñabas ser cuando soñabas ser escritora?

     Nunca se alcanza la perfección.

     ¿Y cuál es ese libro con el que hoy sostienes un idilio, qué te tiene atrapada?

     Tengo un problema con esto. En general, todos los escritores lo tenemos. Mientras estamos en pleno proceso de creación no podemos leer otra cosa porque estamos muy metidos en lo nuestro. Y menos, si es del mismo género. Así que ahora, como estoy escribiendo un ensayo, que llevará por título Las heridas de la escritura”, tengo como libro de cabecera el primer volumen de relatos de Edgar Allan Poe, que además está prologado por Julio Cortázar. Estoy disfrutando mucho conociendo bien a Poe a través de Cortázar.

     En tu novela, cada capítulo lleva el nombre de una patología. ¿De cuál de ellas crees que se puede salir con la escritura? ¿Y con la lectura?

     No, con la escritura lo que se hace es una catarsis de la vida personal. Es una forma de desahogo y de alivio de todo aquello que fluye por la cabeza del escritor, pero no cura nada. Si eres psicótico, o bipolar, o te tomas una pastillita o no hay lectura que te salve.

     Y a Paula Izquierdo, ¿qué le provoca más desequilibrio, necesitar leer y no tener un libro a mano o necesitar escribir y no poder hacerlo?

     Yo llevo siempre un cuaderno y un libro en el bolso. Jamás salgo de casa sin mi cuaderno y mi libro. Así que ninguna de las cosas me ocurre. Ahora mismo llevo uno de Antonio Álamo y me está entusiasmando.

     ¿Qué tiene en común la profesión de psicóloga y la de escritora? ¿En qué callejón común se encuentran la psicología y la literatura?

     Sí, debe haber un callejón común, pues yo he pasado del arte, durante muchos años fui bailarina profesional, a la psicología, y de la psicología, que me ha dado un mayor conocimiento de la condición humana y me ha ayudado mucho a perfilar mis personajes, he pasado a ser escritora, que es como decir que he vuelto de nuevo al arte. Así que debe existir un callejón común en el que todas las artes se estrechan la mano.

     Tras agradecerle su amabilidad por contestar a mis preguntas agarra su bolso, con su cuaderno y su libro, y sale disparada hacia una emisora de radio, donde le espera otra entrevista y otros abrazos por el Premio a su novela.

     Ver reseña de la novela «El callejón de los silencios»

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