Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) es un escritor de culto y acaba de convertirse en autor esencial en mi biblioteca. De esos que yo llamo «de reclinatorio» por despertar mi adoración y andar siempre a mano, en el estante de autores que más amo.

     «Por qué nos gustan las mujeres» es un ramillete de literatura pura en forma de relatos que el rumano dice no ser autobiográficos, pero cuya identidad asoma en cada pliegue. Mircea Cărtărescu transpira por las palabras. Ha dejado un jirón de vida en cada renglón. Se han colado sus rasgos físicos, sus hábitos, sus sueños, sus pasiones, sus miedos, etc. Mención aparte merece el titulado «El objeto que me inspira», cuyo protagonista declara ser el narrador Cărtărescu. A una se le antoja estar leyendo episodios vividos por el autor como si él mismo formara parte de esos pequeños fragmentos de la vida de otro. Dicho de otro modo, Mircea Cărtărescu es el escritor que se cuenta a sí mismo, pero subido al tren de la fabulación, lo hace a través de otro.

     En cuanto al tema, el libro es un mapa sentimental de las mujeres que le han fascinado. Lo hace con ese lirismo desmelenado con el que muda cualquier detalle en un asunto íntimo, poético, sencillo y humano. La exaltación de lo bello engalana al lenguaje, haciendo —¡ay!, qué hermoso— que las palabras casi se arrebolen al ser escritas. Mechadas de lamentos nostálgicos, de recuerdos envueltos en la gasa de la ficción, son románticas en su tono. Él dice que no habla de amor. No seré yo quien le contradiga, pero, al fin y al cabo, de eso trata. Lo que sucede es que habla del amor como sentimiento. Un sentimiento que se disuelve como azucarillo en pasión carnal, pero no se alimenta de ella. Un sentimiento que, además, necesita intimidad, lo más precioso, y sin la cual no se halla placer.

     Lo suyo es un buceo interior, con una estela proustiana muy acusada, y una búsqueda de los abismos del yo, del alma y del hombre. El rumano no puede disimular su atracción por el encanto de lo femenino. Sin embargo, él es ante todo un poeta. Y aquí está el asunto. Un poeta que aquí aparca sus versos sin poder desprenderse de su alma.

     El sueño y el recuerdo son el híbrido de una escritura que él bautiza como orgánica y vadean el yo del autor como territorio común. Como hermosa flor que abre sus pétalos, cada página ambiciona recuperar la fragancia más hermosa para el alma y esa fragancia no es otra que los valores esenciales del ser humano. De ellos, el sentimiento amoroso encierra el aroma que más robustece al ser humano y espolvorea, en secreto, la centella de la felicidad.  

     Como se colige de lo dicho, Cărtărescu es autor introspectivo y muy filosófico en su introspección. Se embarca en laberintos de los que procura no salir magullado. En ocasiones, me ha invadido la sensación de que el yo había salido del texto, para volver a sumergirse acto seguido. Y en el aire ha dejado, suspendidas como pavesas, cuestiones que el hombre se ha afanado en responder desde que puso el pie en el mundo, como quién soy yo (o quién es ella), qué hago yo (o qué hace ella) y hacia dónde me dirijo (o se dirige ella).

     Autor exquisito que recomiendo con ímpetu. En “Por qué nos gustan las mujeres” hallaréis el escrupuloso amor a la palabra. Y a las mujeres, naturalmente.

     Buenas tardes y buenas lecturas.