«Camille» de Pierre Lemaitre

camille

     Después de las entregas absorbentes de «Irène», «Alex» y «Rosy & John», Pierre Lemaitre (París, 1951) cierra la tetralogía de Verhoeven con la opresiva «Camille»

     El título refiere al nombre del comandante de policía que protagoniza la serie. Un tipo de espíritu romántico, aire colérico y un metro cuarenta y cinco de estatura que nos embauca por completo con sus investigaciones de crímenes.

     Pierre Lemaitre ofrece un talento poco habitual para la investigación criminal. A estas alturas, cuesta encontrar autores que agiten la lectura ávida y, a la vez, bien escrita. 

     En «Camille» narra un atraco en una galería parisina ubicada en los campos Elíseos. El delito sucede de forma violenta y la persecución de su autor por la policía es la médula de la trama. La circunstancia que empuja a Camille a desentrañar el caso es que él siente la imperiosa necesidad de salvar a una mujer que ha resultado ser víctima en ese atraco. Como sabrá el lector, él perdió a la suya en un dolorosísimo episodio —Irène fue asesinada— que aún se agita con ferocidad. La muerte de Irène asedia la mente de Camille al ver a una mujer en peligro. Una estela de sensaciones y de íntimas imágenes que reconstruyen los mejores momentos de su pasado, condensan sus pasos y le ayudan a aliviar la pesadumbre de vivir.

     La protagonista en peligro es Anne Forestier, una auditora con quien existe un extraño magnetismo, aunque él no sepa bien qué lugar ocupa en su devastado corazón. Anne no tiene nada que ver con Irène. Dos galaxias diferentes, a años luz una de la otra, pero ambas tienden hacia el mismo punto. Lo que las separa es que Anne está allí, en París, mientras que Irène se marchó para siempre.

     Con fabulosa maestría, la novela amordaza y se lee con urgencia.  

     Buenos días y buenas lecturas.

foto de Pierre Lemaitre

9 comentarios en “«Camille» de Pierre Lemaitre

      • Gracias; es usted muy amable. Seguiré frecuentando esta página tan encantadora y erudita, y la recomendaré siempre que pueda.
        Y ya que estamos, a ver si me sabe aclarar un punto de complicada digestión, que no logro superar. Estos últimos años he observado proliferar legión de compañías editoriales especializadas en servicios de autopublicación, merced a los cuales los escritores pagan por corregir, registrar, editar, publicar, promocionar y comercializar sus obras, no obteniendo beneficio económico alguno, las más de las veces. En esta época de internet y libros digitales o electrónicos, en que cualquiera puede abrir una página web (no tan buena como la suya) sin demasiado coste, ¿qué opina usted que impulsa semejante conducta? ¿No es ya un poco atávica?
        En fin. Parece que hoy se ha quedado buena tarde. Creo que iré a dar una vuelta, y luego buscaré algún lugar donde tomar un chocolate.
        Por favor, reciba un cordial saludo.

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      • Ilmo. Sr. Marqués Magnífico, qué quiere que le diga. Las editoriales han descubierto un filón nutritivo en autorcillos de medio pelo que harían lo que fuese por ver su letras impresa. Y sí obtienen beneficio económico, aunque pequeño, pero toda piedra hace pared, que dice el pueblo. Buen día. Disfrute usted de su marquesado y de su magnificiencia.

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  1. Gracias; es usted muy amable. Seguiré frecuentando esta página tan encantadora y erudita, y la recomendaré siempre que pueda.
    Y ya que estamos, a ver si me sabe aclarar un punto de complicada digestión, que no logro superar. Estos últimos años he observado proliferar legión de compañías editoriales especializadas en servicios de autopublicación, merced a los cuales los escritores pagan por corregir, registrar, editar, publicar, promocionar y comercializar sus obras, no obteniendo beneficio económico alguno, las más de las veces. En esta época de internet y libros digitales o electrónicos, en que cualquiera puede abrir una página web (no tan buena como la suya) sin demasiado coste, ¿qué opina usted que impulsa semejante conducta? ¿No es ya un poco atávica?
    En fin. Parece que hoy se ha quedado buena tarde. Creo que iré a dar una vuelta, y luego buscaré algún lugar donde tomar un chocolate.
    Por favor, reciba un cordial saludo.

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  2. Buenos días. Me agrada mucho su página, que visito a veces, durante el chocolate de la tarde, con el recogimiento debido a un eremitorio, más que a una cueva, ya como destino deliberado, ya como sustitutivo de lecturas soportadas en celulosa industrial. Últimamente no lo hacía por estar entusiasmado con la simpática obra de doña Pilar Pedraza, emérita académica valenciana, de por Ruzafa, que aún no ha conseguido defraudar mis pedantes y crudelísimas exigencias de calidad literaria, con las narraciones que hasta ahora he explorado; a saber, LA PERRA DE ALEJANDRÍA, ARCANO TRECE y LOBAS DE TESALIA. Es por ello que me atrevo a formularle el siguiente ruego, desde la petulancia que me caracteriza. Dada la proximidad tridimensional entre ambas y los propósitos de esta cueva suya, ¿no tendría usted a bien, algún día, entrevistarla, o comentar algo de ella, al menos? En todo caso, reciba un cordial saludo.

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