«La mujer de arriba» de Freida McFadden

Freida McFadden (Nueva York, 1980) es de esas autoras que convierte su literatura en un siempre lo mismo, con tal suerte que leída una novela, leídas todas. Esta es la cuarta obra en la que me adentro y he tenido la sensación de bucear en las mismas aguas que las leídas anteriormente. Además de la trama, que corre en dirección del qué va a pasar con esa chica atrapada en una casa de dos pisos al servicio de un matrimonio, se repite el ambiente, casi el pasado de la protagonista y, desde luego, el clima inquietante que me tuvo enganchada en la trilogía «La asistenta», reseñada en este blog.

A sus novelas se acude buscando lo mismo: tensión, desconcierto, enredo y amenidad, con las que la autora edifica la narración.

«La mujer de arriba» tiene la intriga emparedada en unos personajes rodeados de misterio. Sylvia Robinson entra a trabajar como asistenta en una casa. Al llegar, encuentra a Adam Barnett, un escritor superventas con porte de dandy, cuya vida resulta de lo más deprimente. Está casado con Victoria, la mujer de sus sueños, pero ella sufrió un accidente espantoso tras el que a duras penas puede hablar o reconocer a su esposo. Y él, en vez de ingresarla en una residencia, se la ha traído a casa y está gastando una fortuna en intentar que viva lo mejor posible.

Victoria es una mujer con estudios. Trabajaba como enfermera titulada en el servicio de urgencias donde se conocieron y surgió el flechazo. A causa del accidente, permanece sentada en una silla de ruedas y pasa el día contemplando la ventana con expresión ausente. Tiene paralizado el lado derecho del rostro. La cosa se pone interesante cuando Sylvia entra a trabajar en la casa y descubre un cuaderno que Victoria quiere que lea. En él hay confesiones íntimas que harán conocer al lector la verdadera historia de la vida de Victoria. Como el péndulo de una guadaña, cada página del diario trae un episodio vital desde que conoció a su marido. A partir del descubrimiento del diario, el lector entiende el motivo del comportamiento de Victoria y del resto de secundarios que habitan la casa (la cocinera Irina, la mastodóntica enfermera Eva y Maggie).

Como en las entregas anteriores, no hay buena literatura, pero se lee con avidez tal vez, porque Freida McFadden hace de personajes vestidos de sombra el asunto central del libro y crea unas situaciones aterradoras que impelen a seguir leyendo. Un thriller con todas las características del género y el mismo cuño de intriga desazonadora que «La asistenta».

Buenos días y buenas lecturas.

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