«Manual para mujeres de la limpieza» de Lucia Berlin

limpieza     Me aventuro hoy con un libro escrito desde el corazón y que esconde bajo su solapa ternura, sencillez y gran peso emocional. Manual para mujeres de la limpieza consta de 43 relatos y he de decir que, al terminarlo, he experimentado algo similar al desplome que provocaría una gran bola de afecto —como esas de hierro pesado que se ven en las boleras— dentro de mí.

     Su autora ha sido comparada con Alice Munro, Dorothy Parker y Raymond Carver. Si aproximamos la lupa con afán de descubrir esa huella común descubrimos en Lucia Berlin (Alaska, 1936 – California, 2004) una escritura secreta como la de Munro, pero menos caústica que D. Parker y mucho más alegre que Carver. Pero sí, existe un lazo que hermana a estos tres colosos del relato y es una misma manera de ver o de mirar la realidad. Los tres contemplan las relaciones humanas a través de la lente de la vida cotidiana, aunque cada cual lo haga imprimiendo un estilo propio.

     ¿Y cómo es el estilo de Lucia Berlin? Alegre, fresco, natural, directo y contundente. Su tono es vital, declarativo, impetuoso, expansivo, vibrante, efervescente y lejos de repudiar la reflexión es también profundo. La escritura de Lucia Berlin tiene poso y espuma.

     A mí lo que me tiene encandilada es cómo retrata a los personajes, cómo consigue que posen para nosotros. Me descubro ante su habilidad para cambiar de registro, intencionadamente, según va contando. Lucia Berlin sabe mezclar los diferentes tonos expresivos para que el balance final sea lo más amable posible. Logra compensar una frase cortante o dura con un guiño de humor y es capaz de lograr un efecto cómico con un verbo colocado en el lugar adecuado. En esto me ha maravillado.

     Su riquísimo repertorio expresivo capta los personajes como si atravesaran un escáner. Vemos sus sombras, desciframos sus matices, escuchamos sus silencios y hasta percibimos sus aromas.

     Lucia Berlin escribe sin pelos en la lengua. En esto, se sumerge de lleno en un modo de hacer literatura que el gran Cela bautizó como literatura «de rompe y rasga», que no consiste en otra cosa más que en llamar a las cosas por su nombre. Y eso hace. Es precisa, pero con un vocabulario que usa todo el mundo. Sabe bien que la pomposidad, a la hora de describir asuntos como los que se despachan aquí (depravación, enfermedades, etc.), es detonante.

     Nuestra autora fue alcohólica y, de niña, veía a su madre siempre con una botella. Padeció escoliosis desde los diez años y creció en un entorno pobre y hostil. Trabajó como profesora de secundaria, telefonista en una centralita, administrativa en centros hospitalarios, mujer de la limpieza y auxiliar de enfermería. Este libro está escrito con la tinta de su propia vida, desde luego, pero no es una crónica de los horrores que vivió —de las noches que pasó durmiendo en comisaría, etc.— ni se sirve de términos barriobajeros al rescatar estos durísimos episodios. Al contrario, su pluma les otorga una dignidad que los enaltece y la brutalidad de la vida queda atenuada por su gran compasión ante la fragilidad humana. La sensibilidad habita en el tuétano de cada personaje creado, en cada ambiente, en cada objeto. Esa mirada profunda hacia la orfandad del alma (que tanto me recuerda a Munro) es la pisada indeleble con la que camina cada relato.

     Ahondando en el proceso creativo, Lucia Berlin crea a sus personajes de una sola pieza, sin velo ni misteriosas penumbras, y deja que ellos, como polluelos que abandonan el cascarón, deambulen por las cuartillas y nos sorprendan con sus zarpazos. Algunos, arrastran una vida quejumbrosa, de miseria y degradación —que tizna nuestras pupilas del ambiente en el que ella se crió—, otros son más afortunados y disfrutan de variados placeres que endulzan la lectura. Lo fascinante es que la pluma escrutadora de Lucia Berlin recoge las voces de todos en su integridad, porque los capta física y psíquicamente, y consigue sacar siempre de ellos su parte más humana.

     Para mayor deleite del lector, otorga a sus personajes (en esto se distancia de Carver) no una buena vida —que ella no conoció—, sino una vida buena. En uno de los relatos más emotivos de este corpus crea un personaje precioso. Hablo de una niña que dedica los fines de semana a visitar chabolas y vertederos acompañada de una profesora con vocación de misionera. La profesora le muestra las situaciones extremas en las que viven algunas familias y otras niñas como ella. Poco puedo añadir acerca de cómo se conmociona la pequeña. Son muchos los relatos que calan moralmente, no sabría escoger. Los hay gloriosos, como «Dentelladas de tigre» o «Amigos», páginas que se enrollan en nuestras entrañas con el brío de una enredadera tras el riego impetuoso de un aguacero.

     Y qué decir de los finales. En muchos de ellos, zas, llega el estacazo (en otros no hay estacazo sino una suave brisa o ventanas abiertas de par en par para que nuestra imaginación campe a sus anchas). Sea como sea, el lector queda complacido. Siempre.

     Manual para mujeres de la limpieza es un tapiz memorable. Cosido con pequeños retales de vida en forma de deliciosos relatos. Hilvanado con lágrimas, pero sin dramas. Festoneado de nostalgias y recuerdos. Y zurcido con sonrisas y alguna puntada fina de humor. Escrito con el idioma universal de los sentimientos y la textura de un realismo que parece tener relieve. Un libro exquisito en el que bulle la vida, en el que los personajes lloran, ríen, enferman, sueñan, rezan, luchan, crecen, envejecen, y entretanto, se dan cuenta de lo bello que es vivir.

     Buenas noches y buenas lecturas.

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5 comentarios en “«Manual para mujeres de la limpieza» de Lucia Berlin

  1. Compré el libro en un arrebato por el título y el pobre sigue ahí, durmiendo en la pila de los pendientes. Claro que después de leer tu maravilloso comentario, has puesto el listón muy alto.Cuando termine los que tengo empezados tendré que ir a por él. ¡Me encanta como escribes porque trasmites muy bien la pasión con la que lees! ¡Muchas gracias por compartirlo!

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  2. Gracias a ti, MaryCarmen, por contagiarte de mi entusiasmo. Uf! Yo no sé qué literatura es la que a ti te atraviesa. Éste es un texto para paladares sensibles. Exquisitos, diría yo. Pero sí, si te ha gustado la reseña, que es una tenue sombra, te recomiendo que le hinques el diente. Tiene pasajes de gran hondura moral. Un saludo y gracias, de nuevo.

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