Suelo ayudar con el español al hijo adolescente de una compañera de trabajo, profesora de lengua rusa. La habitación en la que trabajamos está repleta de ejemplares de literatura rusa, libros en lengua original. En alguna ocasión le he pedido a dicha compañera de trabajo, al final de la sesión con su hijo, que me leyera algún poema de Lérmontov, el fragmento de un cuento de Pushkin, de Chéjov o un pasaje de una novela de Dostoievski solo por el placer de escuchar la literatura en su lengua original. El sonido de los poemas de Lérmontov es incomparable, no entiendo una sola palabra, pero el mero hecho de oírlos me infunde un sentimiento incomparable de belleza y respeto.
Al final de la última sesión estuvimos hablando de lo misteriosa y literaria que es la ciudad en la que vivimos. La primera ciudad, por ejemplo, de toda Alemania en la que…
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Gracias, un honor estar en la cueva de tus libros, como ya te dije esta mañana. Me emociona que una lectora tan exigente me tenga en cuenta en su página. Un abrazo.
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