«La pareja de al lado» de Shari Lapena

Cuando una tiene ganas de evadirse de todo con una lectura, más que un texto de erudición, un buen thriller es una elección excelente. Perderme en un tejido de asombros e intrigas, desterrar cualquier eco de la durísima realidad que el mundo está atravesando, resulta ser la píldora que necesito.

Las novelas de Shari Lapena (Canadá, 1960) se leen así. Están sembradas de misterio y se leen con fruición. Como si nuestras pupilas estuviesen enganchadas a hilos invisibles que nos atan a las páginas.

«La pareja de al lado» tiene una construcción sencilla. O resulta sencilla a nuestros ojos. Sin exceso de decorado, tiempos, o personajes. Un entorno cotidiano, pocos días y seres conocidos nos engullen con sus secretos. Y de qué manera. Todo sucede un día cualquiera en una familia cualquiera. Es sabido que lo próximo, lo habitual, por la identificación que despierta en nosotros, actúa como un sumidero para que quedemos atrapados en la narración. Pocas veces una entra en la historia con tanta precipitación. En la historia de un matrimonio con un bebé de seis meses, a quien dejan en casa mientras los padres acuden a una cena que celebra la pareja de al lado. La noche transcurre con normalidad, hasta que el bebé desaparece de su cuna.

La intriga está servida. La batuta, en manos del lector. Cuanto más avance en la travesía de sus páginas, antes sabrá quién, cómo, cuándo y por qué ha desaparecido el bebé de su cuna.

Leída con ritmo demoledor, me ha resultado una novela fácil, muy entretenida y redonda. Shari Lapena sabe mantener la tensión narrativa sin confusión posible —la exposición de los hechos es muy clara—, sabe contar sin reveses situaciones que enrevesan la vida de los personajes y, sobre todo, sabe dar enérgico fuelle al tiovivo de las emociones, del que una no se baja hasta la última página.

En definitiva, la canadiense ha conseguido, siquiera fugazmente, que olvide el drama del virus nacido en Wuham que estamos viviendo y viva un drama nacido en la pura ficción. Y desde luego, me ha inyectado una hambruna bulímica por engullir más novelas suyas, una tras otra. Ese contagio sí lo quiero. Quiero contagiarme, febrilmente, del misterio de las letras y la creación literaria de Shari Lapena. Que avance el contagio.

Buenas tardes y buenas lecturas.

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