«Harvey» de Emma Cline

La novela de Emma Cline (California, 1989) es un texto basado en un villano real y contada desde la mente de ese villano, el depredador sexual Harvey Weinstein, condenado a 23 años de cárcel. Resulta perturbador saber que un hombre acusado de agresión sexual está a 24 horas de conocer su sentencia. La autora conoció cómo se encontraba Harvey en esos momentos y fue tal el impacto que decidió recrear esta situación colocándose en la mente del tipo.

El arranque de esta narración corta (tiene solo 102 páginas), es describir dónde vive y a qué dedica el tiempo libre el personaje. Instalado en casa de un amigo, su vida consiste en distraerse con Netflix y Google. Poco más. Cline trata de mostrar al lector que Harvey no es alguien muy distinto a nosotros, no pertenece a una estirpe diferente. Simplemente, una combinación de circunstancias le llevó a hacer daño a muchas personas. Este punto de vista resulta interesante porque revela que se puede vivir en una realidad paralela, en la que se admite que si alguien tiene poder, fama y dinero existe una veneración por todo lo que hace. Parece que en Estados Unidos esta norma está más que instalada. A los que son como él, no se les condena. Esa es la creencia que el narcisista de Harvey tiene sobre sí mismo. Mucha gente le debe favores. No pueden acabar con su reputación de la noche a la mañana.

A modo de guiño a la literatura vigente, introduce a Don Delillo como personaje del relato. Es el vecino de Harvey, y a este se le ocurre llevar al cine una adaptación de Ruido de fondo, la novela de Delillo.

En cuanto al fondo, poco más. El lector verá cómo, el correr de las horas empieza a llenarse de grietas la confianza con la que Harvey había amanecido.

Uno de los objetivos de la autora, según ella misma ha confesado, es narrar sin ofrecer juicios morales. Así, el Harvey de Cline es un tipo con poder, acostumbrado al éxito. Un hombre convencido de que las mujeres con las que tuvo aventuras se prestaban voluntariamente, ellas eran las oportunistas. Este es, probablemente, el rasgo más llamativo de la novela. Sin embargo, más allá de esta licencia al contarnos un Harvey imaginado, creado y adornado por Cline, el relato se me antoja de escaso valor literario. En realidad, no cuenta nada real (es una ficción creada por la autora) ni lo hace con algún incentivo para el lector. Tal vez, porque más que una narración, es un jirón narrativo, una tajada de la vida de Harvey, a la que ha querido sacar jugo sirviéndose del tirón del #meetoo. Se salta la ortodoxia de una novela canónica, aquí no existe planteamiento, nudo y desenlace, sino una serie de diálogos sin interés. Se lee como un artículo de prensa, no como una novela. Y es tan breve, que tampoco te llegas a meter en el repugnante ser humano que es Harvey. La sentencia no resuelve el problema de los abusos de poder entre hombres y mujeres, así que es un espejo en el que, una vez más, se ofrece esta realidad, pero no tiene mayor trascendencia para el lector.

Emma Cline tuvo un debut extraordinario con «Las chicas» (reseñada también en este blog), pero ha dado un sonado resbalón con esta nueva creación. Parece que siempre le interesa escribir sobre vidas difíciles, tipos complicados y relaciones abusivas, pero la primera vez, le salió mejor.

Buenas tardes y buenas lecturas.

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