«El guitarrista» de Luis Landero

El mayor logro de un escritor forjado en el oficio es saberse leído desde sus inicios. Saber crear lectores vitalicios. A Luis Landero (Alburquerque, 1948) no le abandona este privilegio y a una le parece que elegir entre una obra primeriza y una novela tardía es navegar en aguas igualmente bendecidas. Imposible naufragar. Fiel a su estilo, una sabe qué temas va a recrear y qué mimbres van a sostener su narración. Claridad, pureza y amenidad. La vitola del extremeño.

«El guitarrista¨ es, junto a «El balcón en invierno» y «El huerto de Emerson» una de las novelas que se van haciendo solas, por sus tintes autobiográficos. Aquí se entonan los años en los que el joven Landero (Emilio) abandonó el taller mecánico y se introdujo en el laberinto del mundo flamenco. Toda una invocación personal a una época que, con sus dichas y miserias, marcó su vida para siempre.

El alter ego del escritor es Emilio, un adolescente con miles de sueños imposibles de alcanzar, que se ve obligado a trabajar por las mañanas como aprendiz de mecánico y a estudiar por las tardes en una academia en la capital. En las primeras páginas, Landero rescata con viveza toda una sucesión de instantes en los que el joven que fue siempre iba deprisa y siempre a punto de llegar tarde a todas partes, y consigue que el lector se hunda en ellos. Un día, el retorno de su primo Raimundo de París obliga a Emilio a reflexionar sobre el paso del tiempo y sobre si el cauce por el que transcurre su vida le hace feliz.

Tras largas cavilaciones, Raimundo convence a Emilio de que el flamenco, mucho más que el trabajo en un taller, expresa las honduras del alma y que ser artista es un buen negocio para quienes dan hospedaje a la pasión. Ambos son jóvenes apasionados, de eso no hay duda. Y la música es un lenguaje universal, habla a todos. Además, la guitarra, si se posee alma bohemia, espíritu romántico, es el mejor negocio que nos ofrece la vida. La llave de grandes satisfacciones.

Poco a poco, Emilio se va enamorando de esa propuesta de vida alternativa. Y ese chico de facciones bellas, aire ingenuo y débil carácter, abandona el taller y las aulas, y se convierte en guitarrista profesional.

La narración no pierde ritmo ni amenidad en ningún momento, si bien acelera el pulso cuando la pericia con las cuerdas sorprende al bueno de Emilio con el descubrimiento del amor. Un amor que llega encarnado en la joven Adriana, seductora y atractiva donde las haya, y que entrelazará su vida con la de Emilio para formar un nuevo laberinto de instantes y promesas llenas de secretos. La madeja de una trama que, gracias al aliciente del amor, nos arrastrará como la corriente de un río, hasta alcanzar un inesperado final.

Un libro delicioso, original, que invita a participar de una simpática crónica de juventud, a través de personajes tiernos, melancólicos y soñadores. Corazones jóvenes que se adentran, sin ser muy conscientes de a dónde van, en los requiebros del amor, y con los que una siente cierta unión fraternal.

Para quienes aún tengan pendiente a Luis Landero, aprovechad la lectura de «El guitarrista» para descubrir a este escritor universal. Sus palabras, como el flamenco, como la música, hablan a todos. En breve, el tiempo dirá, os convertiréis en lectores vitalicios.

Buenas tardes y buenas lecturas.

3 comentarios en “«El guitarrista» de Luis Landero

  1. Soy releyéndome después de mucho tiempo y soy realmente enganchado, Luis Landero es ameno como pocos, profundo y divertido. Tenía al carismático Raimond completamente desdibujado en el «Barcelona» de París.

    Saludos.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario