«En el camino» de Jack Kerouac

Mi reseña de hoy es de una novela que se convirtió en un clásico de la literatura norteamericana porque retrató, como no se había hecho hasta el momento, el modo de vida de toda una generación, la generación beat, caracterizada por un rechazo al conformismo y convencionalismo de la época.

«En el camino» de Jack Kerouac (1922-1969) es una crónica de los años 40 y 50. Sus protagonistas son, en la vida real y en el libro, un grupo de jóvenes a quienes les excitaba la vida y querían bebérsela de un trago: Jack Kerouac (Sal Paradise), Neal Cassady (Dean Moriarty), Allen Ginsberg y Willliam Burroughs.

Está escrita en primera persona por Sal Paradise, alter ego de Kerouac. Para entrar en ella, lo mejor es hacerlo de una forma desinhibida, dejarse llevar y contagiarse del ritmo que impone la historia. Un ritmo frenético y desenfadado, que crea la ilusión de estar con esta pandilla de amigos, subidos a un Dodge desvencijado sin nada, atravesar Norteamérica de parte a parte a toda paleta, o tomando plácidamente unas birras.

En realidad, lo interesante de esta novela son los personajes por lo que tienen de testimonial, más que el argumento. Gracias a los viajes de estos chicos nos queda una imagen fidelísima de la juventud americana, plagada de excesos y subversión a los mandatos sociales. Sabemos cómo se relacionaban, cómo se divertían y cómo se enamoraban. Qué leían, qué escuchaban y qué soñaban. Dividida en cinco partes, se documentan bien los cuatro viajes que realizan Sal Paradise y Dean Moriarty, este último alter ego del escritor beat Neil Cassady.

La prosa imita la estructura libre del jazz, pero francamente, como narrativa no me ha gustado mucho. Le falta ese pellizco que ha de darme un texto para que me agarre a él y goce con la lectura. Los personajes son tipos a la deriva. Van de aquí para allá, sin rumbo fijo y a una le parece, ciertamente, estar muy cerca de ellos y participar de ese hilo narrativo rebelde, pero al entrar en una historia se busca algo más. No basta con contar de un modo espontáneo y fácil. A partir de la mitad del libro, una es sabedora de que las páginas que vienen van a ser más de lo mismo. Más carretera, más droga, más música, más sexo y más alcohol. Tal vez, ese estilo desinhibido, que tanta fama le dio y el sistema censuraba, ha envejecido mal. Hoy en día, ya no hay restricciones ni censuras en el papel y la historia ha de interesarnos por otras cualidades.

La escribió, según he sabido, en unos pocos días y eso también se nota. Creo, sin embargo, que como película tendría su público. Me la imagino de corto metraje y mucha acción, que engancha al espectador por cómo se desenvuelven los personajes en esa escapada delirante por tierras americanas. En aquella época, claro. Una película que, como el libro, hablaría de las ansias de libertad como metáfora de vida. Y hasta aquí mi humilde aportación tras la lectura del clásico.

Buenos días y buenas lecturas.

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