No contenta con el agridulce sabor de «El cuarto mono» e impulsada por el mismo deseo de evasión, acabo de tragarme el thriller psicológico del momento, nada sanguinolento e igualmente trepidante, que bien merece la pena recomendar. Se trata de «La asistenta» de Freida McFadden (Boston), primer volumen de una trilogía que está dando mucho que hablar desde su publicación y que se completa con los dos títulos siguientes: «El secreto de la asistenta» y «La asistenta te vigila». De la autora, he sabido que es médico en ejercicio, especializada en lesiones y trastornos cerebrales.

«La asistenta» es su primer libro traducido al español y, seguramente, no tardará en llegarnos el resto de su obra, pues su acogida entre los amantes del género ha sido de lo más exitosa. Realmente, es una lectura que deja sin aliento. Está escrita siendo fiel al patrón de los thrillers actuales. Capítulos breves, lenguaje muy sencillo y muchísimo suspense. Estructuralmente, consta de tres partes, detalle irrelevante porque si de los buenos thrillers se dice que se leen de un tirón, este se lee de un tirón impetuoso. Es un no levantar los ojos del libro y, como digo, deja sin aliento.

Como manda el género, el mérito de «La asistenta» no es la trama, sino el estado de tensión creciente al que nos somete la norteamericana sirviéndose de sorprendentes giros, esos que ahora se denominan con el anglicismo plot twist y que no son otra cosa que los giros argumentales de toda la vida. Es decir, una variación inesperada en la cadena de acontecimientos de la trama y que aquí asoman a partir de la mitad de la novela. Alguno de ellos puede intuirse, tal vez, pero no con la verosimilitud que lo hace Freida McFadden. Esta es una de las perlas de la narración. Vienen bruscamente, como corrientes de aire que cierran de golpe la puerta de nuestras entendederas y nos dejan atontados. Atontamiento por el que vamos a ver un cambio radical en el perfil de los personajes y, sin saber cómo, que casi se ha dado la vuelta al calcetín de la trama. Este recurso es utilizado en los thrillers, claro, pero aquí se hace con tal virtuosismo que una cree que esta novela va a robarle el juicio, además de muchas horas de sueño.

El argumento es muy sencillo. Narra la llegada de Millie, una joven desesperada por encontrar un empleo, a casa de los Winchester, donde es contratada como asistenta. Todo parece normal hasta que Nina, la señora de la casa, empieza a tener un comportamiento muy chocante y a proferir extrañas mentiras. Para añadir más miedo y acentuar la indefensión que se respira en el ambiente, introduce en la casa a Cecelia, una niña de nueve años hija de Nina.

Como una es conocedora de tener entre manos un thriller psicológico, sabe que en esa misteriosa vivienda con un vestidor precioso, coche de lujo y una puerta que solo se abre desde fuera, puede pasar cualquier cosa. Lo cierto es que Freida McFadden consigue crear un suspense de alto voltaje con pocos detalles. A las pocas páginas y muy sabiamente, nos vemos dentro de la casa y nos contagiamos del mismo miedo que los personajes. La transgresión social de las normas es muy sutil y se sirve de pequeños elementos de terror para mostrar sus consecuencias. La tensión crece a pasos agigantados con el avance de la lectura y no decae hasta que llegamos a la última página de la novela. Tres días. Tres días son suficientes para deglutirla.

En definitiva, un buen thiller, extraordinario para conseguir la evasión buscada y despertar en el lector el deseo de seguir con la segunda entrega de la trilogía.

Buenos días y buenas lecturas.