Para los amantes de Jane Austen que, además, sientan pasión por los casos criminales, traigo «Un crimen con clase» de Julia Seales (Kentucky, EEUU) al que acabo de echar el diente por ver cómo se cocina este nuevo género denominado «cozy mistery» o «cozy crime». El propio nombre lo dice: crimen amable o crimen acogedor. Se trata de redefinir la novela de misterio incorporando el humor y convierte la historia en una novela de detectives.

En el «cozy crime» no se expone la veta sanguinolenta o cruel de los asesinatos. Los elementos truculentos, que tan desagradables resultan a muchos lectores, no entran en escena. Todo lo que tiene que ver con la crudeza de los actos, incluyendo el sexo, la violencia o la sangre, queda en segundo plano. Por contra, se potencia la emoción de la investigación y la resolución del caso, muy al estilo Agatha Christie o Dorothy L. Sayers.

Otro rasgo del género es que la historia sucede en una comunidad pequeña, donde los crímenes no perturban la paz del lugar. El municipio escogido aquí es Swampshire, en plena campiña inglesa. Un lugar tranquilo, seguro y ordenado, con nobles mansiones y preciosos casoplones, en el que los días transcurren sin episodios nuevos o emocionantes.

En este entorno idílico se celebra un baile de otoño, en el que la flor y nata de solteros acude en busca de mujer con la que matrimoniar. Este año, los anfitriones son los Steele, familia con limitados ingresos y sueños de casar a sus hijas con caballeros de fortuna. En Swampshire, la presa más deseada por las jóvenes es Edmund Croaksworth.

Las normas con las que han crecido estas chicas son muy estrictas y una de ellas, Beatrice, nunca ha encajado en lo que el código de conducta considera como verdadera dama. No sabe coser, ni tiene talento para la música. Vive sin sobresaltos con sus padres y dos hermanos menores. Su sueño es poder resolver casos de crímenes reales, como los que lee en el periódico. Realmente, ese sueño es casi su razón de vida, pues bulle en ella desde pequeña y no tiene límites. Es una pasión desbocada que Beatrice guarda en secreto y alimenta de forma clandestina. Sin que nadie lo sepa, ha llegado a cartearse con un inspector de Londres. Si ventilara su idilio por la investigación criminal, sería rápidamente expulsada de su círculo social.

La novela se pone interesante cuando un detective caído en desgracia se presenta sin motivo en el baile y una de las hijas de los Steel (Louisa), de irresistible belleza, se desploma en medio del salón ante la sorpresa general. Beatrice intuye que están atrapados en la mansión con un asesino y que es la ocasión perfecta para resolver un crimen.

Se trata de un asesinato a puerta cerrada, con ecos del suspense de Agatha Christie y la frivolidad de Jane Austen. El estilo narrativo es fiel a la forma depurada, a la sencillez y a un humor blanco protagonizado por el padre. He leído que el texto está siendo adaptado al cine y los derechos de traducción se han vendido a ocho idiomas. Muy del género «cozy crime» porque una no encuentra escenas desagradables ni truculentas, sino todo lo contrario. Misterio ligero, salpicado de ese humor británico absurdo, inocentón y hasta dulce, que tan bien sienta en cualquier caso.

Buenos días y buenas lecturas.