«La amiga estupenda» de Elena Ferrante

LA AMIGA ESTUPENDA

    La amiga estupenda inicia la tetralogía Dos amigas publicada por Lumen en nuestro país (irá seguida de Un mal nombre, Las deudas del cuerpo La niña perdida). La primera curiosidad de la obra gira en torno a su autora. No se sabe quién se esconde bajo el seudónimo de Elena Ferrante, pero la crítica la ha reconocido como una de las mejores voces en la narrativa italiana actual.

    ¿Y qué nos cuentan estas páginas? Pues la infancia y adolescencia de dos amigas que lo serán eternamente. La autora hace cierto, como pocos, eso que ocurre con frecuencia en la literatura: que ni ella misma sabe bien, cuando se enristra la pluma y se sienta a escribir sobre las infinitas llanuras del papel blanco, qué va a suceder. Tiende la mano al lector y, de forma cordial, nos convida a dar un paseo con ella. Es un paseo placentero, en el que juntas vamos a ir viendo cómo trascurren las cosas de un modo natural. Los acontecimientos se sujetan al ritmo del crecimiento de las dos niñas. Ése es el mayor atractivo de la novela. Nada es forzado. El lector es testigo de lo que se narra y, a  su vez, como lo hace en primera persona, los hechos son relatados con la convicción de quien se alegra, sufre, añora, espera o desea lo que se cuenta.

    Intimista, realista, sencilla, humana. La italiana se revela como una autora de esas que cuentan todo sin parecer contar nada. Su lectura tiene ese eco cerrado que envuelve los recuerdos bellos y nos los devuelve a nuestros oídos como si fueran experiencias propias. Tapiza cada pasaje de una atmósfera tan pura, tan limpia y tan nítida, que cuando una lleva unas cuantas páginas leídas se ha familiarizado tanto con los personajes que cree que forman parte de su infancia.

    Es así como se va tejiendo la seducción en el lector. Pequeñas anécdotas convierten un hecho cotidiano en un momento maravilloso. Y una no puede dejar de leer. Tal vez, porque Elena Ferrante tiene un magnífico don: conseguir que miremos el mundo a través de las pupilas de las niñas. Solo así es posible que una ilusión pequeña sea vivida con pífanos y tambores, y un problema nimio como el peor de los cataclismos.

    Analizando de cerca el estilo narrativo, yo diría que lo que se cuenta es la amistad plutarquiana que une a las dos niñas: Lenù (la narradora) y Lila. Y he escogido bien el adjetivo «plutarquiana» porque el hilo argumental va devanando dos universos paralelos que crecen en la misma dirección. Y sobre todo, porque como decía el autor griego, aquí interesan los caracteres, de los que el lector puede extraer un modelo de conducta para imitar o rechazar. La infancia de las dos pequeñas, como génesis de sus caracteres, se convierte en el centro de la obra y los rasgos que definen las diferencias de cada una, se van a ir mostrando a través de anécdotas escogidas para este fin. Un coro de voces (más o menos disonantes) y de personajes secundarios acompañarán a las niñas y servirán para dar cuerpo a la realidad de un barrio pobre de la ciudad de Nápoles.

    Los conflictos entre los personajes son bastante psicológicos y siempre están puestos al servicio de su crecimiento, pero el de todos, de modo que nada en ellos trasluce tristeza o desazón. Los problemas se desdramatizan a medida que los personajes van creciendo.

    Invito fervientemente al lector de esta breve reseña a subirse en este tour vital al que nos ha convocado Elena Ferrante. Os embarcaréis en una historia creíble, de las que caen en vuestras manos solo de vez en cuando y merece la pena no soltar. Lo dicho: vivid el viaje. Tendréis una travesía satisfactoria.

    Buenas tardes y buenas lecturas.

sagadosamigas

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