«La vida soñada de Emma» de Teresa Guirado

la-vida-sonada-de-emma.jpg     Hoy recomiendo «La vida soñada de Emma», una novela dura y sensible salida de la pluma de Teresa Guirado (Madrid, 1975). La madrileña debutó a lo grande con «Jodidamente especial», cuya edición digital llegó a ser de las más vendidas en Amazon. Mucho más cuajada que hace dos años y gobernando el oficio como una autora de primerísima fila, ahora nos trae una historia valiente que la consagra como una voz pujante muy personal.

     Teresa Guirado ha reservado su mundo imaginario a explorar el crecimiento interior de una joven de mirada inocente, algo ingenua, que pierde el rumbo de su vida por olvidar quién es. Descarriada, confundida, pero con un corazón pugilístico, Emma consigue sepultar sus miedos y convertirse en la dueña de su destino. La historia de Emma es una historia de lucha. La lucha femenina de perseguir lo que se quiere y la maduración emocional de una mujer.

     El asunto narrativo es duro, a veces durísimo, como sucede donde hay desgarro amoroso, y atraviesa hondo la conciencia del lector. Con templada dosificación, la autora despliega una fuerza penetrante poco común y consigue desnudar el alma de Emma con la magia de las palabras. Esta escritora ha dado al lenguaje la forma adecuada de un lamento no quejoso, sino estimulante, vivificante. Muchas mujeres, al acabar de leerla, sentirán tener un parentesco espiritual con Emma.

     Teresa Guirado escribe a buen ritmo y resulta amenísima. Expresiones en libertad, prosa cómoda y natural. Unas pocas páginas son suficientes para imantar nuestra atención en esa pelirroja inexperta en amar, cuyo único sueño es ser feliz. La madrileña es dueña de esa fórmula que consiste en maridar palabras y sentimientos con un estilo sencillo, pero muy temperamental, muy de tripa. Una experimenta al leerla una seducción reconstituyente de la que es difícil escapar. 

     Aunque el nombre escogido para la protagonista significa «mujer con fortaleza», nuestra Emma está bien lejos de ser una mujer fuerte. Muy al contrario, es una chica de espíritu débil y conducta apocada y tímida. Abandonó el ala protectora de sus padres para acercarse al ala protectora de Tomás, su primer novio formal. Era el hombre perfecto y le gustaba tanto como a ella tener hijos y las películas ñoñas. De buena familia y muy guapetón: pelo rubio, ojos azules y hoyuelos en las mejillas. El príncipe con el que había soñado toda su vida. Emma no ambicionaba grandes lujos con Tomás, pero quería trabajar a su lado en el bufete, formar una bonita familia con él y ser una madre fantástica.

    Estrenó el matrimonio sintiéndose una princesa salida de un cuento de hadas. Pronto llegaron Julia, de cuatro años, y Marcos, de dos años y medio, que llenaron la casa de alegrías y mocos. Algunos problemas, de esos que junto a la barra de pan traen los hijos bajo el brazo, desequilibraron un matrimonio que solo iba bien si el viento no rachea y en el alma poco robustecida de Emma desataron un cataclismo interior. Y el tiempo, como si de un colirio milagroso se tratara, hace que sus ojos alcancen una nitidez pasmosa sobre aspectos que antes ni siquiera sospechaba: su marido es un canalla egoísta y celoso, un machista arrogante imposible de soportar. Ella, de tanto mirar por todos, se había olvidado de mirarse a sí misma, hasta que se da cuenta de que su vida está devastada. Apocada por naturaleza, confunde la sumisión y el silencio con la actitud que, como mujer y como madre ha de tener, no ya para salvar su matrimonio, sino para que Julia y Marcos crezcan felices.

     Pero la vida es un riquísimo vergel que ofrece algo más que las ramas frondosas de la familia y las ramas secas del trabajo, y Emma lo sabe. Sabe que la amistad es, muchas veces, esa flor que no marchita con el tiempo, ese tronco en el que una puede apoyarse siempre que lo necesite. Ella tiene un amigo del alma, un amigo de toda la vida con quien ha compartido siempre sus secretos más íntimos. La creación de este personaje, de nombre Javi, representa la confusa barrera que deslinda la amistad del amor en las relaciones adolescentes. La conoce mejor que nadie y con él puede contar para todo: un consejo, un café, etc. Cuando están juntos, ella se siente exultante, tal vez, porque este periodista es el hombre con el que podía haber vivido su vida soñada. 

     Otro protagonista indiscutible de la narración es el humor. Teresa Guirado ha sabido pellizcar la historia con guiños cómicos muy atinados. Conocedora de la frescura que éstos aportan, los hace asomar por todo el texto, en expresiones, en los nombres de los personajes y en la elección de sustantivos que, sabiamente, muda en adjetivos (Emma e Inés son madres «suricatas» —esos simpáticos animales de figura alta y esbelta que resultan tan graciosos—).

     La obra tiene una estructura perfecta. Es redonda y cerrada. Y aunque mucho menos que su primera novela, en esta también hay música, ese idioma universal que hurga en nuestra memoria intensificando los sentimientos. La añoranza, la tristeza, pero también la alegría, son más potentes si las palabras rasgan acordes.

     Teresa Guirado, sin saberlo, nos ha dejado un relato doctrinario. Gracias, Teresa, por esta novela estupenda. También los buenos libros son un modo cierto de sentir el íntimo estremecimiento de la felicidad.

     Buenas tardes y buenas lecturas.

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