Entrevista a Emilio Ortiz

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Buenas tardes, Emilio. Cuéntame cómo surgió la idea de escribir sobre perros.

La idea no surgió así como tal. A mí siempre me ha gustado escribir. Yo procedo del mundo de los microrrelatos y tenía muchas ganas de escribir una novela. Quería que fuera crítica con el estilo de vida que llevamos, con el modelo social, pero no tenía la historia. Una día, con Spoock al lado —Spoock es mi perro guía—, decidí que la vida de un perro guía es muy novelable, desde que el perro nace hasta que es llevado a la familia de acogida, luego, con el usuario adaptándose a él y hasta que se jubila. Así nació mi primera novela,  «A través de mis pequeños ojos».

Luego, quise escribir algo que tuviera que ver con la realidad, pero destacando su aspecto más emocional y así nació «La vida con un perro es más feliz».

En tu libro prefieres llamar a los perros seres instintivos, más que seres irracionales. El amor a los libros, en tu caso, ¿es un impulso instintivo o irracional?

Qué buena pregunta y qué difícil. Mi amor a los libros es instintivo, repito, la pregunta me parece maravillosa. Creo que existen dos vías para acercarnos a la literatura: una racional por acercarse al conocimiento y otra por instinto. Habrá lectores que nazcan y otros que se hagan. Yo nací con esa inquietud de leer, pero cualquier motivo que sirva para acercarse a la lectura y a los libros sea bienvenido.

¿Cuáles son esas lecturas de niño que siguen estando en tu vida?

Muchas. Mi historia de niño con los libros es peculiar porque yo era deficiente visual y fui perdiendo la vista paulatinamente. Podía leer hasta cierto punto, luego me cansaba. Pronto aprendí braille y conocí los libros de la biblioteca sonora de la ONCE. Así ya no se me cansaba la vista leyendo.

     Me pides que escoja un libro que sigue estando en mi vida. Es difícil, pero voy a escoger uno breve, pero muy intenso, «El principito», que se cataloga como infantil, pero no estoy de acuerdo. Para mí fue muy cómodo de leer, me queda en el recuerdo, y lo leo, además, de vez en cuando.

¿Quiénes crees que son tus lectores?

Ahora, gracias a las redes sociales, podemos no solo elucubrar, sino hacer una estadística de casi todo. En mi caso, mis lectores son más mujeres que hombres, entre otras cosas, porque vosotras leéis más. Además, son lectores míos todos aquellos que se acercan a mí por ser amantes de los perros. Y desde luego, otros lectores con intereses muy variados. Realmente, tengo un grupo de lectores muy heterogéneo: ecologistas, amantes de la naturaleza, etc. En general, creo que mis lectores son todos aquellos que piensan que el mundo se puede mejorar.

Los perros guía son un apoyo casi insustituible para sus dueños. ¿Quiénes han sido tus lazarillos literarios en esta senda de la literatura?

Los referentes que yo tengo están ahí de modo inconsciente y son muchos. Uno tiene que buscar su propio estilo cuando está escribiendo, naturalmente, pero sí que me veo reflejado en la sensibilidad que tiene al escribir, y para captar las almas, Juan José Millás. También me encanta esa ensoñación de Espido Freire, o la escritora canadiense Margaret Atwoood.

Lo que yo escribo no tiene mucho que ver con lo que yo leo, aunque de modo inconsciente exista una influencia que siempre se refleja. A mí me han dicho que mi libro «La vida con un perro es más feliz» tiene mucho de «El principito». Cuando lo escribí no lo pensé, desde luego, pero lo cierto es que muchos autores de prestigio en este mundo me lo dicen.

Tu novela está empapada de amor. Dime un libro del que estés enamorado.

«El principito». Volvemos a él y, desde luego, voy a citar un libro que es demasiado tocho, pero precioso, «Los miserables» de Víctor Hugo. Aunque estos dos libros me enamoraron, como siempre digo, mi libro favorito es el último libro leído que me haya gustado, porque si no me ha gustado, lógicamente, no entra dentro de mis favoritos. Es muy difícil escoger cuál es un libro favorito.

En tu novela dices que «ninguna de las causas que llevan a un ser humano a abandonar un perro está justificada». ¿Está justificado abandonar un libro y por qué?

Pues sí, en este caso rotundamente sí, pero puede ser por distintas causas, no siempre es porque el libro sea malo. La relación que existe entre un lector y un libro es una historia de amor. El libro puede ser muy bueno y que no te llene. O que no esté hecho para ti. Yo he abandonado muy pocos libros, porque cada vez que me he acercado a uno lo he hecho por algún motivo. Es algo que si eres buen lector, se intuye. Y cada vez me equivoco menos. Aún así, a veces, me he sorprendido con libros, a los que no quería acercarme por ser superventas, y después he disfrutado mucho con ellos.

Hablando de superventas, ¿qué te ha parecido «Patria»?

Me lo estoy leyendo precisamente ahora, y me parece un libro buenísimo y eso que, al principio, me resistí. Puedo tener diferencias ideológicas con Aramburu por el enfoque que da a algunos temas —son temas muy farragosos los que trata—, pero está escrito de una forma muy respetuosa. Esa es una de las riquezas del libro, y otra, desde luego, que está narrado con gran sentido del humor. Parece mentira que un tema tan serio se pueda tratar con tanto humor.

También se habla mucho de lealtad en tu libro. ¿Cuál es ese autor, Emilio, al que profeses una lealtad absoluta?

La he mencionado antes y es Espido Freire. Para mí tiene una narrativa que no es que roce lo perfecto, sino que es perfecta. Jamás me ha decepcionado.

Hay que ver cuántas historias conmovedores narras. Algunas son francamente asombrosas, ¿son todas reales?

Sí, todas son reales. Algunas historias vienen a mí de gente que me ha contado sus vivencias con su perro. Y también el nombre de los perros que salen en mi novela son reales. Todos sin excepción existen, o han existido, tal y como aparecen, con su raza, su nombre y su carácter.

Todas las historias que cuentas son dignas de exaltación y sirven de modelo a los seres humanos. ¿Crees que el sentimiento de amor es domesticable?

Pues no sé si el sentimiento de amor es domesticable, pero yo recomendaría que no se domestique. El amor debe guardar siempre ese punto de libertad, incluso salvaje, de dejarlo fluir. Encorsetar algo tan bello como el amor, es encorsetar el corazón. No es recomendable.

Mirando a los ojos de los perros apreciamos muchas cualidades ¿qué cualidad no debe faltar en un escritor?

La sensibilidad. Los escritores a quienes más sigo y admiro son escritores con una gran sensibilidad. Uno puede ser un gran escritor por su estilo, o pertenecer a la Real Academia, pero si no tiene sensibilidad a la hora de absorber emociones y de transmitirlas, tenemos a un gran contador de historias, pero no a un buen escritor.

Uno de tus capítulos está dedicado a las manías de los perros, ¿tienes alguna manía a la hora de escribir?

Alguna manía no, tengo muchas. No me gusta que lean lo que estoy escribiendo hasta que lo termino. Y no porque corrija mucho, sino porque no quiero desvelar la carga emotiva que encierra mi texto. Te pondré una comparación con un escultor. A mí no me gusta que vean mis obras cuando les falta un trozo o aún no han alcanzado una morfología digna de ser vista. Otra de mis manías tiene que ver con la hora. Antes me gustaba escribir por la mañana. Ahora prefiero escribir por la noche.

Está de moda el adiestramiento canino. ¿Qué enseñanza fundamental crees haber aprendido de nuestros amigos peludos que no te ha enseñado el ser humano?

Muchas, ¡uf! serían tantas… Me quedo con esa facilidad que tienen para olvidar lo malo. Tú te enfadas con un perro porque te ha roto algo que sea materialmente costoso, por ejemplo, porque te ha roto el móvil, y a los diez segundos, lo acaricias y está tan contento. Sin embargo, imagínate que un amigo te rompe no el móvil, sino cualquier tontería, y probablemente, no le vuelves a hablar en la vida. El perro tiene una nobleza plena.

¿Vas a continuar escribiendo, Emilio?

Sí, ahora estoy escribiendo otra novela. Hay algunos cambios en cuanto a la materia. Ya no hablo de perros, pero no puedo decirte más. Es una sorpresa para los lectores.

¿Y además de esta nueva novela sigues escribiendo microrrelatos?

Sí, estoy centradísimo en la promoción de mi novela, pero también sigo escribiendo microrrelatos. Lo hago cuando tengo tiempo, que es poco. Me lo piden mucho. Mis lectores quieren conocer esa parte. Gané dos premios de prestigio que se otorgan en el género de microrrelatos. Primero gané el Premio Anade y, en el mismo año, gané otro premio que convocaba una biblioteca virtual que ya no existe.

El microrrelato es un género muy difícil…

Sí, sí, pero muy bonito, porque es un flash… A mí me gusta mucho como lector, más que como escritor, yo creo. Disfruto mucho haciéndolos.

Finalmente, Emilio, si pudieras pedir un deseo imposible para ti y otro para tu perro Spok, ¿qué pedirías?

Sería el mismo deseo. Quisiera que mi perro Spoock fuera eterno. Y yo con él, claro.

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