
Sabahattin Ali (1907-1948), nacido en una región del Imperio Otomano que hoy pertenece a Bulgaria, fue uno de los pioneros de la literatura turca moderna. En esta novela se adivina que cultivó poesía, aparte de narrativa, pues está dotada del tinte exquisito que dan los poetas exquisitos.
Estamos ante una historia de amor. De amor contenido primero y desbordado después. De amor germinal, azaroso y silencioso, de esos que florecen sin hacer ruido. De amor adulto y profundo, de un hombre (Raif Efendi) por una mujer (Maria Puder) que se encuentran en Berlín, en los años veinte.
El estilo narrativo es uno de los logros del relato por su atinadísima cadencia. Una entra, poco a poco, en el corazón del protagonista y, a medida que va conociendo la verdadera naturaleza de este tipo taciturno y solitario, va mirando la vida con sus mismos ojos. Ella es la cara opuesta de la moneda. Una joven artista de pintura moderna, con gran capacidad expresiva, que ha conocido a muchos hombres, pero no se ha enamorado de ninguno.
Un día cualquiera, al entrar en un museo, el bueno de Raif queda absolutamente prendado del autorretrato de una joven titulado «Madona con abrigo de piel», nombre que escogerá para dirigirse a la mujer del lienzo y el tiempo convertirá en su amada. Al poco, descubrirá que Maria se gana la vida trabajando en un cabaret. Qué distintos uno y otro. Como tantas veces ocurre en las historias que nos conmueven, el amor entre ese hombre inexperto y la artista consumada envuelta en un abrigo de piel no sabe de fronteras ni de patrones establecidos.
A partir del momento en que se cruzan por primera vez, se inicia un idilio entre ambos que trenzará sus sentimientos en una hebra común. Un idilio magnético que dejará atrás el pudor y hará que dos almas corran, la una hacia la otra, para fundirse íntimamente. Aquellos complejos sentimientos que se ocultaban en sus rincones más recónditos, como si temieran ser descubiertos, gobernarán sus vidas. Sin ellos darse cuenta, se convertirán en dos seres que se buscan y se quieren sin remedio, dos seres que se necesitan mutuamente.
Sabahattin Ali fue uno escritor crítico en su época. Censurado, encarcelado a ratos, compañero o mentor del humorista turco Aziz Nesin en aventuras de revistas satíricas. «Madona con abrigo de piel» apareció en 1942-43 por entregas en un diario. Merece la pena leerla por muchos motivos. La calidad de la prosa, el lirismo que envuelve a los amantes y el goce de frases y párrafos que avivan el recuerdo de los mejores escritores clásicos:
«Maria Puder me había enseñado que yo tenía un alma y, por primera vez, me encontraba con alguien que también la tenía. Por supuesto que todos los seres humanos tienen alma, pero la mayoría no son conscientes de ello y se marchan de este mundo sin saberlo. El alma solo aparece cuando encuentra a su alma gemela y entonces da un paso al frente sin consultarnos, ni a nosotros, ni a nuestra razón, ni a nuestros planes. Solo entonces empezamos a vivir de verdad, a vivir con nuestra alma».
Y también la recomiendo, claro está, porque a una le siguen atrayendo más que otro tipo de historias bien contadas, las historias de amor bien contadas, siempre repletas de interesantes enigmas por descifrar.
Buenas tardes y buenas lecturas.