«La Avería» de Friedrich Dürrenmatt (Suiza 1921 – 1990) es un texto impecable y demoledor que merece la pena leer. Breve, apenas cien páginas en formato holandesa, son suficientes para ofrecer una incisiva denuncia social de la que no escapa nadie.
La historia está protagonizada por cuatro personajes. El primero de ellos es un hombre corriente, un representante textil (Alfredo Traps), a quien una avería en el coche le obliga a detenerse cuando iba de regreso a casa y es auxiliado por un vecino hospitalario.
Además de ayudarle en la avería, el tipo le ofrece su casa para pasar la noche. Va a celebrarse una cena y es invitado a sentarse en la mesa junto al resto de comensales, tres octogenarios curtidos en el Derecho: un fiscal, un juez y un abogado defensor. El bueno de Traps disfrutará de los manjares que se sirvan, pero ignora que va participar en un juego algo macabro que el anfitrión tenía preparado. El juego consiste en una representación teatral en la que será acusado de un delito que ni él ni el lector conocen. Un acusado sin delito, con el que cualquiera puede identificarse.
Yendo al tuétano de la historia, se trata de una indagación del principio de justicia, con tintes de denuncia social, trazada con originalísimos mimbres. Un quirúrgico análisis de dos tenebrosos conceptos, la justicia y la ley, ante los que el polifacético autor suizo (fue también pintor) ofrece una mirada interesantísima. Reflexiva, filosófica, trágica y cómica. La magia narrativa de esta mirada poliédrica es capaz de convertir una situación común de un hombre corriente (la avería de su vehículo) en el punto de partida de un viaje iniciático hacia esos, digamos, pecadillos, deslices pequeños, invisibles a nuestras conciencias, cotidianos y casi inocentes, de los que nadie está a salvo. Deslices que no tienen en cuenta la responsabilidad individual y que cualquiera comete por el hecho de pertenecer a una sociedad.
La avería, de Friedrich Dürrenmatt, excelente elección para quien disfrute con los registros cómicos y dramáticos o, simplemente, le guíe el afán de abandonarse en las aguas de una narración extravagante y esté dispuesto a reflexionar sobre los meandros de la justicia y poner en jaque la estabilidad de su conciencia.
Buenos días y buenas lecturas.