La novela «A sangre fría» es una de las más impactantes que he leído jamás. Periodista y escritor, Truman Capote (Nueva Orleans, 1924-1984) se auto-proclamó tras su publicación como el creador de un nuevo género literario: la novela de no ficción, novela testimonio, o nuevo periodismo, que es un relato periodístico ampliamente documentado, pero escrito con claras tendencias hacia lo literario. Ahora se denomina True Crime, si bien no es exactamente lo mismo. En realidad, la primera obra de este nuevo género fue «Operación masacre» del escritor argentino Rodolfo Walsh y publicada en el 1957, nueve años antes que «A sangre fría». Es innegable que la novela le dio enorme fama internacional a Capote, pero también le acarreó una inexorable soledad, una honda depresión y fuertes problemas con el alcohol.

ARGUMENTO: La madrugada del 15 de noviembre de 1959, la localidad de Holcomb, en el estado de Kansas, se convirtió en el escenario de uno de los crímenes más atroces cometidos hasta entonces. Cuatro de los miembros de la familia Clutter, que esa noche se encontraban en su finca de River Valley y que jamás podían imaginarse lo que el destino les tenía preparado, fueron salvajemente asesinados en su casa por un fallido intento de robo. Digo fallido porque los dos criminales que entraron a la casa esperaban encontrar una caja fuerte repleta de dinero y descubrieron que dicha caja no solo no existía, sino que apenas había dinero en metálico o cosas de valor en la vivienda.

Perry Smith y Dick Hickock se habían conocido cumpliendo condena en la cárcel por diversas atrocidades. Dick elucubró la idea de llevar a cabo el crimen perfecto cuando saliera de ella, pero no quería mancharse las manos y pensó que su amigo Perry podría ser su mejor ayudante. Así sucedieron los hechos, pero el germen del golpe no se concibe sin otro prisionero, Floyd Wells, un tipejo que años atrás había trabajado como peón en la granja de los Clutter y le hizo creer a Dick que los Clutter eran una opulenta familia y que el señor Clutter poseía una caja fuerte con muchísimo dinero dentro. Dick ya tenía el blanco deseado y al malvado ayudante. Lo único que faltaba era lo que desde el principio tenía claro: no había que dejar testigos. Para ello, la única solución era matar a todo ser humano que se encontrara allí cuando se llevara a cabo el atraco.

La leyenda dice que Truman Capote se enteró de la tragedia (los medios le dieron mucha difusión) y se adueñó de la historia. Al mismo tiempo, se sabe que otro tipo también la escribió, pero este hombre no logró que su texto viera la luz. Al parecer, la versión de este desconocido difería en algunos detalles de la versión que el mismo Dick le contó a Capote en las numerosas visitas que realizó a la cárcel y los criminales, en la novela que no llegó a ver la luz, recibieron de un tercero la suma de 5.000 dólares por encargarse del señor Clutter. También se dice que Capote escribió la versión que las autoridades querían escuchar y por eso se la publicaron. Su narración mostraba a muchos personajes (fiscales, magistrados, etc.) de un modo más heroico de lo que fueron en realidad.

No es ningún secreto que Capote llegó a trabar amistad con el bueno de Perry y con el bueno de Dick mediante visitas a la cárcel y que sostuvo numerosas entrevistas con ellos. Mucho se ha especulado en torno a un posible involucramiento sentimental entre él y Perry. Se dice también que deseaba secretamente la muerte de ambos para poder dar un buen final a su libro y que los varios aplazamientos de la ejecución llegaron a exasperarlo. Años más tarde, Capote declaró a su biógrafo que, a pesar del éxito de la novela, escribirla le había llevado a un abismo de soledad y adicciones de las que nunca logró escapar. En cierto modo, acabó con él. ¿Sería por el hecho de conocer hasta el más mínimo detalle de aquellos atroces asesinatos? ¿Sería por haberse acercado demasiado a los asesinos y a sus oscuras vidas? ¿Sería por identificarse con Perry y su traumática infancia? Algo de esto habría, pero nunca lo sabremos. Nos queda la obra y hay que disfrutar el lúcido análisis psicológico de los criminales y ese contar lo espantoso dosificando el espanto.

Buenas tardes y buenas lecturas.