Hoy recomiendo «Cara de pan» de Sara Mesa (Madrid, 1976), la lectura más misteriosa que he leído en los últimos meses. Misteriosa por inquietante, por no saber qué va a pasar ni por qué pasa lo que pasa. Y aunque hablando con propiedad pasa bien poco, una queda fundida con la historia desde las primeras páginas.
No sé qué tiene la tinta de esta autora que tanto me fascina, que consigue mi vertiginosa adhesión al texto. Creo que es el tono de la narración. Íntimo, preciso, cercano, muy cercano, casi confidencial. Sus palabras establecen un cortejo secreto en un universo pequeño —amargo a veces, pero perfectamente construido— del que no deseo salir. Ese universo menudo está impregnado de sensibilidad y es un goce dejarme arrastrar por su laberinto de metáforas, atadas una tras otra, iluminando el texto como bonitas guirnaldas. Se me antoja muy literario ese discreto modo de contar, el manejo de lo cotidiano, de lo anónimo, de escribir sin esa mirada de género que hace de Sara Mesa un género en sí mismo. Sus textos tienen en común que una siente el apremio de llegar al final para saber qué secreto esconde la historia, y una vez alcanzado, la tristeza de haber sido expulsada de un lindo escenario.
«Cara de pan» es novela breve, o cuento largo, pero encierra la tensión interior de una novela larga. Dos personajes. Una niña de casi catorce años (apodada cariñosamente Casi) con una imaginación desbordante y un hombre de cincuenta y cuatro años (Viejo). Ella se ausenta del colegio y pasa la mañana en un rincón apartado, dentro de un parque. Se sienta, mira el entorno y espera a su amigo. Él acude todos los días a reunirse con la niña. Es un hombre que no hace nada, no trabaja en nada, va a todos lados con unos prismáticos y le habla de pájaros y de Nina Simone. Es pobre, pero a ella le encanta imaginárselo rico. Es torpe, pero ella lo ve inteligente y sabio. Y es inofensivo, pero ella se verá obligada, para entender lo que sucede, a pensar que es peligroso. Ella es algo inadaptada y está llena de complejos. Y como quiero creer que es cierto que todos los niños son felices, ella necesita fabular que es feliz. Por eso lleva siempre un diario, donde va escribiendo otra vida, que también es la suya, aunque mucho más dichosa y plena.
Está narrada con un vocabulario facilísimo, pero plagado de símbolos. El primero, el apodo «Cara de pan» que le puso una compañera. Es el símbolo de cómo ella se ve a sí misma. Algo grave que la niña se toma muy a la tremenda porque Cara de pan no es algo de ella, sino que ES ella. Otro símbolo es el lugar donde se cita con su amigo. Un rincón de difícil acceso (hay que atravesar un seto) que representa la intimidad de la niña. Allí hace las cosas que nadie ve, las cosas que nadie sabe que hace. Allí aprende de pájaros y de Nina Simone y vive pequeñas aventuras que le hacen sentir grande. Y como no hay sarampión de la adolescencia sin dolor, también a ella le resultará traumático ver(se) desde otro ángulo y entender qué pasaba allí, en ese rincón escondido, si es que algo pasaba.
Sobra decir que estas páginas destilan ternura, encanto, pero también soledad y crudeza. Es como darse una vuelta por los túneles del paraíso de nuestra infancia. No os la perdáis. Sara Mesa es, tal vez, la autora más interesante del panorama narrativo actual en nuestro país.
Buenas tardes y buenas lecturas.
Tu comentario, como siempre, me parece perfecto. ¡Qué difícil tiene que ser escribir una novela breve y tan intensa! ¡Qué bien juega con la ambigüedad y que dulce tristeza deja al terminar la última página! Cada día admiro más a quienes escriben ahorrándonos descripciones innecesarias e informaciones inútiles y nos ayudan a reflexionar sobre los muchos prejuicios que arrastramos. Si tienes ocasión, no te pierdas La dependienta de Sayaka Murata.
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Hola, M. Carmen. Me alegra que también tú hayas disfrutado con la novelita. La que mencionas no la conozco, tampoco a su autora. Me haré con ella y te agradezco tan suculenta recomendación.
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Hola, MaryCarmen, he leído buenas críticas de «La dependienta». La apunto para hacerme con ella. Creo que disfrutamos con el mismo tipo de literatura. Muchas gracias por tus comentarios. Un saludo.
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Gracias por tu comentario, Mª Carmen. No he leído nada de Sayaka Murata, pero apunto el título como recomendación. Repito, ¡muchas gracias! 🙂
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[…] que aún a pesar de que ya intuía lo que me esperaba en esta historia (ya había leído muy buenas reseñas), he disfrutado mucho de “Cara de Pan”, porque la forma de desarrollar la historia va atrapando […]
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Gracias por tu comentario. Es una historia conmovedora contada con el reposo que nos dan las palabras.
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