«Una familia feliz» de David Safier

  • una-familia-feliz_9788432210167.jpg      Escribir con clave de humor es complicado. Hacerlo con elementos simbólicos, el más difícil todavía. David Safier (Bremen, 1966) no deja de intentarlo una y otra vez. El resto de sus novelas me han cansado soberanamente. En este caso, solo me he aburrido un poco. Un poco, al principio, y un mucho al final. Es de esos libros espumosos que enganchan por tener un buen arranque y la gracia va desparramándose por el sumidero de tanto exprimir el mismo limón.

     «Una familia feliz» está entre la comedia y la novela fantástica. Para alguna tarde que amenace con la bruma del tedio no está mal, pero no busquemos el elixir del entretenimiento. Tiene ingenio, eso sí, pero nada más. Va de una familia —los Von Kieren— con sus más y sus menos que, gracias a un acontecimiento surrealista, se convierte en una familia unida.

     Emma regenta una pequeña librería al borde de la quiebra. En respuesta a la invitación de una amiga (Lena), acude a una fiesta con su familia, en la que cada uno va disfrazado. Su marido Frank del mismísimo Frankenstein; su hija Ada, de momia putrefacta; su hijo pequeño Max, de hombre lobo, y ella, de vampiresa con gafas. A la salida de la fiesta, una vieja moribunda les pide limosna y ellos se niegan a soltar un céntimo. La mendiga, que posee la facultad de leer el alma de las personas, descubre que son una familia desgraciada. Tienen una vida que no vale nada y quiere darles la oportunidad de ser felices. Con este fin, les lanza el conjuro de convertirles en el personaje del disfraz que lleva cada uno y la adquisición inmediata de los superpoderes que les son propios.

     La maldición es para siempre y la mendiga, estrafalaria y chiflada, es la única capaz de romper el hechizo. El problema es que ha escapado a su tierra para morir y solo le quedan tres días de vida. Han de encontrarla en ese tiempo, pero ¿cuál es su paradero?

     Los Von Kieren inician un peregrinaje sin rumbo para darle caza y la novela se convierte en un cordel de anécdotas que entretienen y dan para ir conociendo a los personajes, a cual de ellos más peculiar. La momia, el hombre lobo, la vampiresa y el monstruo de Frankenstein no son los únicos. También está Cheyenne, empleada en la librería de Emma, el personaje con más chispa y gracia, y Jannis, el novio de Ada.

     David Safier posee una facilidad pasmosa para la creación de escenarios cómicos y situaciones imprevisibles que, en este caso, tienen mucho de simbolismo. «Una familia feliz» es novela mejor armada que «Maldito karma» —que obtuvo estruendoso éxito de ventas— y, además, tiene moraleja. La moraleja de que el amor convierte a los monstruos en personas. Los monstruos de los que habla no llevan capa negra ni tornillos en la frente. Son cotidianos y están presentes en cualquier familia: la pubertad, la crisis de los cincuenta, la rutina sexual en un matrimonio, los conflictos familiares, el estrés, etc. Monstruos que impiden ver el lado bueno de los demás —a veces, tarea costosa—, y amenazan con destruir la felicidad familiar. 

     Buenas tardes y buenas lecturas.

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